Si tuviésemos que describir a América Elda Arimany en una sola frase esta sería “fue todo lo bueno de la bioquímica”. Elda, la Doctora Turner, estudió en la época heroica donde cada laboratorio preparaba sus propios reactivos pesando y titulando y trabajó con plataformas robotizadas con lectura de código de barras. Haber protagonizado la transformación de nuestra profesión de actividad casi artesanal a otra de procesos automatizados y el entusiasmarse siempre con el progreso la convierte en el arquetipo de la formación permanente; en congresos y actividades del Colegio era una presencia obligatoria, sentada en primera fila y escuchando con interés a cada disertante pero eso resulta opacado por sus valores humanos.
Elda y Diego tenían en 1964 la visión de las potencialidades de la bioquímica y el compromiso con la calidad preanalítica, analítica y postanalítica pero también la capacidad de trasmitir esa visión y ese compromiso a quienes los rodeaban. Fue como formadores que alcanzaron el reconocimiento primero en nuestra ciudad, luego en la región y por último en el país. Elda supo ser para tres generaciones de colegas, profesionales de la salud y pacientes la referente rosarina en atención bioquímica, la persona que en una era pre internet explicaría los requisitos para cada análisis y la interpretación de los resultados y que cuando se popularizó la informática lo seguiría haciendo con una experiencia y una cordialidad imposibles de encontrar en una computadora.
La única forma de concluir estas líneas y expresar el sentimiento de tantos colegas y colaboradores por una vida tan larga y tan comprometida es volver al principio y decir una vez más que América Elda Arimany, la Doctora Turner, fue todo lo bueno de la bioquímica.
